miércoles, 2 de enero de 2013

También la lluvia


Para muchos que queremos pasar desapercibidos estos días de “célebres” liturgias y, no caemos víctimas del protocolo y parafernalia que conlleva y atrapa a la gente en un submundo de diversión fugaz, haciendo odas al consumismo en la que está sumida la sociedad y ésta se niega a abandonar; debemos buscar alternativas que sean acordes a nuestras satisfacciones y preferencias.
            Una de las mías es el cine, y en estos días he dado, por casualidad, con una película que conocía de su existencia pero nunca he tenido oportunidad de verla hasta el pasado día 1 de enero. Hablo de la película española También la lluvia, dirigida por Icíar Bollaín y protagonizada por Luis Tosar y Gael García Bernal entre otros.
También la lluvia es una película dentro de otra película porque narra el rodaje de un filme de época en torno al mito de Cristóbal Colón, al que muchos pintan como un hombre obsesionado por el oro, cazador de esclavos y represor de etnias. En un contexto basado en hechos reales del año 2000, cuando la población de una de las naciones más pobres de Suramérica, Bolivia, se levantó contra una poderosa multinacional estadounidense y recuperó un bien básico: el agua. Las protestas de trabajadores y campesinos, las huelgas y manifestaciones dejaron la ciudad de Cochabamba aislada durante días y días, después de que la compañía norteamericana Bechtel intentara subir de manera disparatada el precio del agua (un 300%). La dimensión de la protesta fue tal que Bechtel abandonó el mercado boliviano, el contrato del agua quedó cancelado y se instaló una nueva compañía bajo control público.
            Represión, miedo, guerra, impotencia son algunas de las sensaciones que arroja el desarrollo de la trama. El paralelismo de dos épocas muy distantes pero en un contexto muy similar: La erradicación de los recursos básicos para la vida humana por potencias extranjeras.
Todo lo que sucedió en Bolivia en el año 2000 viene a colación con lo que está ocurriendo en España en la actualidad, es decir, privatizaciones, recortes, empobrecimiento de la sociedad a manos de organismos internacionales. La única diferencia es muy clara, en Bolivia la población se levantó y los echó; en España todavía les abrimos las puertas y aceptamos su codicia.
            La escena que mejor representa la situación que se vivió en Suramérica en el siglo XVI sucede al principio de la película, donde un helicóptero carga con una cruz monumental que lleva a una localización del rodaje, imponiéndose por el aire a toda la población, pasando por encima de sus cabezas sin ellos poder tocarla.             

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