lunes, 24 de diciembre de 2012

No me gusta la Navidad, y te digo por qué


Sin entrar en asuntos tan escabrosos como son las creencias religiosas y respetando la libertad de conciencia de cada individuo, he de decir que la Navidad no me gusta, me aburre, me provoca un sentimiento de nostalgia, sobre todo cuando he perdido seres queridos no hace mucho tiempo y sé que esta vez no celebraré nada con ellos. Y, por qué no decirlo, también cierta incertidumbre debido al cambio de año que casi siempre nos supone ciertas dudas existenciales sobre nosotros mismos  y  sobre lo que queremos ser  y hacer a partir del 1 de enero.
Otra razón que podría contribuir a mi desapego con la Navidad es que el sentido de ésta ha cambiado. Las fiestas navideñas eran un momento muy especial cuando las familias se veían menos, cuando se comía peor, cuando para muchos tenía un significado específico. Ahora se han convertido para muchas familias en algo muy material, unos días que generan expectativas, obligaciones y estrés pero que a muchas personas les aportan relativamente poco. Este sentimiento de decepción general con la Navidad nos afecta cuando nos reunimos y nos hace más sensibles al secuestro emocional.
Conozco a mucha gente que adoraba la Navidad porque era significado de disfrute y de fiesta pero que este año no lo será debido al panorama que por culpa de la crisis, estamos todos sufriendo. Ante esta situación, existe el grave peligro de pensar: “La vida es un asco, pero no tengo más remedio que aguantarme…”. Eso sería resignación, y es lo peor que nos puede pasar, sobre todo en estas fechas tan “celebradas”.
Como ciudadanos que somos, tenemos que lograr comprender lo que nos ocurre día a día, aceptarlo y sacarle partido. No es fácil, habrá momentos de nostalgia y la felicidad no vuelve de repente, pero lo importante es sentir que por fin estamos mirando hacia delante con un poco de ilusión y esto mismo contagiarlo a las personas de nuestro entorno, ayudarles en su exasperación; que cualquier momento pasado fue peor y que cada día nos espera algo nuevo si nosotros queremos y lo intentamos. No sabemos el día en que se nos presentará una gran oportunidad, muchos creen que nunca, pero por lo menos intentemos encontrarlo, ir a por él. Este espíritu tan solidario y humano es el que debemos fomentar y trasladar con los demás, sobre todo, con los que están peor que nosotros. Es tarea de todos. Utilicemos la Navidad para homenajear nuestra lucha en pro de la solidaridad y vida social que hemos tenido todo el año. Hasta que esto no ocurra, no creo que me guste mucho la Navidad.

lunes, 17 de diciembre de 2012

La doctrina del shock


                La primera vez que recabé información sobre el “proyecto del shock” fue a través del libro La catástrofe perfecta, escrito por Ignacio Ramonet y el cuál recomiendo a todos los que quieran ver cuáles son las verdaderas causas de la crisis económica y moral que asola a Occidente. Esta mal llamada crisis, que en realidad es una estafa, era conocida desde el principio de la década pasada, tras la desregularización de los mercados y de los sectores financieros gracias a las medidas tomadas por el gobierno americano de Bill Clinton y reforzadas por su predecesor George W. Bush.
                El neoliberalismo descontrolado que estamos viviendo no es nada nuevo, todo se basa en las teorías radicales neoliberales de Milton Friedman y su equipo de pupilos. Tales teorías defienden la instalación de un sistema neoliberal en toda regla, es decir, desregularización del sistema financiero con el fin de que los mercados puedan manejar a su antojo la economía nacional, privatización de las empresas nacionales que gestionan los recursos naturales y que aportan un sostenimiento clave para el país, privatización de los servicios sociales como sanidad, educación e incluso del sistema de pensiones.
                El primer experimento fue en Chile en el año 1973 cuando el gobierno de Salvador Allende fue derrocado a manos de una parte del ejército chileno encabezado por el general Pinochet y apoyado y financiando por la CIA. A Chile le siguió Argentina y en Europa tenemos el claro ejemplo de Reino Unido con Margaret Thatcher entre otros.
                Ahora es el turno del resto de Europa, primero fue Grecia. Le siguieron Irlanda y Portugal, ahora le toca a España e Italia y como nada cambie; en un tiempo no muy lejano veremos cómo se empieza a atacar a Francia.
                La táctica es siempre la misma, una vez que los mercados obtienen vía libre, comienzan a embestir contra la economía del país a través de una  especulación desmedida, un claro ejemplo es el sube y baja de la prima de riesgo. Cuando el Estado no tiene margen de maniobra porque ya ha perdido gran parte de su soberanía, es sometido a todo tipo de presiones que afectan, sobre todo, al Estado de Bienestar, es decir donde hay una gran demanda por parte de los ciudadanos y que en caso de privatización esa demanda no faltaría, por lo que las grandes empresas y lobbies internacionales ven una gran oportunidad. En definitiva el neoliberalismo más salvaje y feroz jamás conocido, que inyectan un individualismo endémico a los ciudadanos a la vez que crean un estado de incertidumbre y miedo, nos provoca  que estemos paralizados, en un shock del que es casi imposible salir.
                Todo esto es muy bien explicado en el documental sobre esta teoría que os adjunto. Yo me quedo con la reflexión final, ya que nos dice que esta situación actual puede cambiar si nosotros, como ciudadanos indignados, así lo queremos. Y prueba de ello son todas las movilizaciones que recorren España de arriba abajo pero que a día de hoy son todavía insuficientes. 

sábado, 15 de diciembre de 2012

¿Por qué lloras Obama?


La última matanza que ha tenido lugar en un municipio del estado de Connecticut en Estados Unidos es absolutamente inservible y condenable. No hay ningún motivo para que ningún maniático entre sin sentido alguno a una guardería y asesine a 20 niños entre 5 y 10 años y otros 7 adultos. No hay sentido común que pueda comprender que un ser humano pueda cometer acto similar.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama apareció desconsolado, sin apenas articular palabra a consecuencia de la emoción de tristeza que le produjo la conmoción. Sin embargo, yo le preguntaría al señor Obama si siente la misma tristeza cuando ve los miles de civiles que han muerto a consecuencia de bombardeos y asesinatos por parte del ejército estadounidense en Oriente Medio. El 63% de los fallecidos en la guerra de Irak son civiles, es decir, personas que hacían su vida normal como ir a por el pan, celebrar una boda o simplemente esperar a sus niños a la puerta del colegio y salvajemente han sido tiroteados o bombardeados por los marines americanos. Esas muertes son tan injustas como las que han tenido lugar en Connecticut y en colegios, universidades, centros comerciales y cines en diversas partes de Estados Unidos en los últimos años. Y como todas, estas últimas  muertes son mediáticamente muy divulgadas, de tal manera que nos hace sentir vergüenza ajena como ser humanos porque uno de nuestros semejantes es capaz de cometer tal crimen.  
La impresión de que tales muertes de niños y adultos sucedan en Irak y Afganistan, por no contar las que se comenten en África a manos de guerrillas subvencionadas por Estados Unidos, nos resulta algo normal y colateral ya que así nos lo venden y como humildes ciudadanos occidentales así lo razonamos.
Sin embargo, a pesar de todo esto y como opinión mía, parece ser que lo acaecido en EEUU acabará siendo considerado igual de "colateral" a consecuencia de un derecho constitucional que es malinterpretado por cierto segmento de ciudadanos norteamericanos. Por tanto, ¿Por qué lloras Obama? Si sabes que nada va a cambiar, que todo va a seguir igual porque “conviene” a la mayoría, sobre todo al lobby republicano que vive de la fabricación y venta de armas particulares. Pronto se dejará de hablar de este terrible suceso hasta que ocurra otro similar y vuelta a empezar.