lunes, 11 de febrero de 2013

15-M, REBELDÍA SIN CAUSA


No hacía ni 3 días que había llegado a España procedente de Londres tras pasar en esta ciudad una larga temporada cuando aquel 15 de mayo de 2011 vi cómo una gran marea de gente inundaba las calles y plazas de todas las ciudades españolas en señal de protesta y hartazgo que la gran mayoría de los españoles tenía ante la situación de crisis económica y el funcionamiento del actual sistema. Yo lo seguí con mucho interés, a la vez que preguntaba a mi gente más cercana el motivo de este movimiento, ya que me cogió por sorpresa y sin saber muy bien cómo era la situación en la que se vivía en España en aquel momento. –La gente ya está muy enfadada-, -ya está bien de privilegios para los ricos y cada vez menos para los trabajadores, -quieren acabar con todo- y un largo etcétera que se repetía en aquellos días en la calle y, verdaderamente, hoy en día suenan aún con más razón que nunca.
Sin embargo, no se pasó ni un mes cuando ya nadie hablaba del 15-M, ya era considerado como un movimiento de indignados que había ocupado las plazas y que después de tal acción ¿qué? ¿Cuáles eran sus objetivos? ¿Qué perseguían? ¿Cómo querían conseguir lo que demandaban? La respuesta más obvia a todo eso es la que no existe, porque no había respuesta a todo eso, el 15-M se desinfló tan rápido como surgió y entró a nuestras conciencias. Fue una rebelión sin causa.
Faltaba una clara alternativa, es decir, propuestas concretas. Con gritos, eslóganes llenos de razón, ruidos y poco más no se puede acabar con nada y menos con la situación de desamparo y exasperación que estamos viviendo. La gente tiene que saber cómo, por qué y cuándo hay que prepararse. Pero no para salir mañana a la calle y pegar cuatro gritos y vuelta a casa porque hay que cenar. Lo primero de todo es organizarse  y luego enfrentarse. En definitiva, debemos manifestarnos, y sobre todo resistir de forma pacífica y con propuestas concretas. El ruido y los gritos de una tarde no van a solucionar nada. En 24 horas no se puede cambiar nada. Debemos recurrir a la resistencia con voluntad. Los españoles estamos ahora más indignados que nunca, se ve en la calle, en el bar, en las tertulias familiares. Españoles de derechas y de izquierdas, todos.
Pero no debemos quedarnos sentados y esperar a que otros intervengan, ya que nadie nos va a traer la solución, es más, hoy por hoy, no hay solución para esta situación actual, cada vez vamos a peor. Y si queremos, de verdad, cambiarlo; debemos ser conscientes de que solo nosotros lo podemos hacer.
En definitiva, hay que organizarse, poco a poco, y tenemos que organizarnos todos, la gente que votamos izquierda y derecha y buscar puntos de encuentro, por ejemplo, exigir la garantía de servicios sociales o poner en marcha sectores estratégicos para nuestra economía. Todas las ideologías están de acuerdo en eso. Pues desde este punto hay que partir, con alternativas concretas y resistir, resistir y resistir hasta que lo consigamos. La indignación ya la tenemos, pero sin caer en los graves errores del 15-M. Ahora debemos organizarnos y rebelarnos con causa, sabiendo dónde queremos llegar, y no hay otra manera que recurrir a la resistencia, siempre pacífica, y exigir a los que nos gobiernan que empiecen a cambiar si no quieren que los españoles empecemos por cambiarlos a ellos. Hay que resistir hasta el último aliento, porque después ya viene otra cosa.